Mi alma continua sin descanso hasta no satisfacer sus más puros deseos guardados en el secreto de ella misma...

miércoles, 30 de mayo de 2018

Todo era corazón.

Extraño esa manera en que mirabas las cosas. Las destruías. Aniquilabas y volvias a empezar. Tenías la mirada hecha trizas escondías deseos que no podías contar y que te hacían tan valiente.
Extraño tu caminar contracorriente, tus luchas en soledad, tu negrura más negra que la noche, tu voz firme y, a veces, tan risueña. Las paredes empapeladas de tus miserias que mostrabas con tanto orgullo. Siempre humano. Más humano que aquel que vendió su alma al destino impuesto, vomitivo y amargado.
Las mañanas se convertían en el momento preciso donde ir a buscar lo que nadie veía, y en ese viaje de soledad absoluta, estabas ahí, parado, desnudo, agotado, feliz, llorando, esperanzado, suspirando: Era tu gran batalla. La que habías decidido continuar, nunca olvidar, morir allí. 
Tus dedos respondian lo que precisamente querías. Tus pasos avanzaban sobre una superficie que no dañaba. Y en pleno movimiento, amanecias. Todo el tiempo, todos los segundos.
El corazón no se sentía latir. No hacía falta. Todo era corazón. Todo eras vos y los misterios. Vos y el universo despertando a las musas y en pleno juego de niños, brillando nuevamente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario