“Si el hombre no tuviese conciencia
eterna; si un poder salvaje y efervescente productor de todo, lo
grandioso y lo fútil, en el torbellino de las oscuras pasiones, no
fuese el fondo de todas las cosas; si bajo ellas se ocultase el vacío
infinito que nada puede colmar, ¿Qué sería la vida sino
desesperación? Y si así no fuese, si un vínculo sagrado no atase a
la humanidad; si se renovasen las generaciones así como se renueva
el follaje de los bosques; si una tras otras fuesen extinguiéndose
como el canto de los pájaros en la selva; si cruzasen el mundo como
la nave el océano, o el viento el desierto, acto estéril y ciego;
si el eterno olvido, siempre hambriento, no se hallase con una
potencia de tal fuerza que fuese capaz de arrebatarle la presa que
acecha ¡Qué vanidad y qué desolación sería la vida! Pero no es
este el caso...
“El poeta es el genio del recuerdo;
no puede nada sino recordar; nada sino admirar lo que fue cumplido;
no saca nada de su propio fondo, pero del depósito entregado a su
custodia es guardián celoso. Sigue lo que su corazón ha elegido;
hallado el objeto de su búsqueda, va de puerta en puerta a recitar
sus cantos...”
“¡No! Nada se perderá de aquellos
que fueron grandes, cada uno a su modo y según la grandeza del
objeto que amó. Porque fue grande por su persona quien se amó a sí
mismo; y quien amó a otro fue grande dándose; pero fue el mas
grande de todos quien amó a Dios. Los grandes serán celebres en la
historia; pero cada cual fue grande según el objeto de su esperanza:
Uno fue grande en la que atiende a lo posible; otro en la de las
cosas eternas; pero el más grande de todos fue quien esperó lo
imposible.”
“¨Solo quien trabaja tiene pan¨,
dice un viejo proverbio inspirado en el mundo exterior y visible, y,
cosa curiosa, adaptándose mal a la esfera que es por excelencia la
suya; porque el mundo exterior está sometido a la ley de la
imperfección; en él se ve constantemente cómo el ocioso obtiene
también su alimento, y el dormilón en mucha mayor abundancia que el
laborioso. En el mundo del espíritu, donde reina un orden eterno y
divino, no sucede lo mismo; allí no llueve sobre el justo y el
injusto a la vez; allí no brilla el sol con indiferencia para los
buenos y los malos; en verdad puede decirse allí: sólo quien
trabaja tiene pan, solo el angustiado halla reposo, solo quien
desciende a los infiernos salva a la amada”
“Las grandes cosas jamás pueden
dañar cuando se las encara en su sublimidad; son como una espada de
doble filo, que mata y salva.”
“La resignación infinita comporta la
paz y el reposo; aquel que la desea, aquel que no se ha envilecido
burlándose de sí mismo (vicio más terrible que el exceso de
orgullo) puede hacer el aprendizaje de este movimiento doloroso, pero
que reconcilia con la vida. La resignación infinita comporta el
reposo, la paz y el consuelo en el dolor, siempre a condición de que
el movimiento sea efectuado normalmente.
...La resignación infinita es el
último estadio precedente a la fe, y nadie alcanza la fe si antes no
ha hecho ese movimiento previo, porque es en la resignación infinita
donde, ante todo, tomo conciencia de mi valer eterno, y únicamente
así puedo entonces alcanzar la vida de este mundo en virtud de la
fe.”
“La resignación no implica la fe,
pues aquello que adquiero en la resignación es mi conciencia eterna
y hay allí un movimiento estrictamente filosófico que tengo el
valor de efectuar cuando es requerido y que puedo también
infligirme; pues cada vez que una circunstancia finita va a excederme
me impongo el ayuno hasta el momento de efectuar el movimiento;
porque la conciencia de mi eternidad es mi amor hacia Dios y este
amor lo es todo para mí. Para resignarse no es necesaria la fe, pero
si lo es para alcanzar cualquier cosa más allá de mi conciencia
eterna, porque allí está la paradoja. A menudo se confunden los
movimientos. Se dice que para renunciar a todo es menester la fe; y
cuando se observa qué peldaño de la escala han alcanzado, se
advierte con asombro que han llegado justamente al punto donde deben
efectuar el movimiento infinito de la resignación.”
“Todo el problema apunta a la
temporalidad, a lo finito. Puedo por mi propio esfuerzo renunciar a
todo y hallar entonces la paz y el reposo en el dolor; puedo
acomodarme a todo; incluso con ese demonio cruel y más terrible que
la muerte y espanto de todos los hombres, La Locura. Puedo todavía
salvar mi alma si por mi parte me interesa hacer triunfar en mí, mi
amor hacia Dios antes que mi terrena felicidad.”
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