¡No! ¡Ya no
se de qué hablar!
Se me
vienen a la mente fotografías guardadas en mi ser, sin movimiento, sin vida,
pero que explican el motivo por el cual decido atesorarlas, nunca olvidarlas.
Decido
ubicar mi mente hacia ese objetivo que me propongo día a día, pero el día tiene
veinticuatro horas, algunas de ellas logro dormirlas y lo demás pasa, ya es
otro día y me arrepiento de haber fumado demasiado.
Por
momentos recuerdo enfadosamente a un personaje argentino, (de) formado en
Estados Unidos y hablando con acento brasilero y me aterra pensar que el ser
humano está sufriendo una involución, si es que eso es posible.
Todos me
hablan del fin del mundo y lo único que veo es un desfiladero de colores
brillantes, de personas apasionadas en el comprar y vender, en malgastar y reír,
en ignorar y seguir…
¡No! ¡Ya no
se cómo hablar!
Por
momentos te convertís en un bicho raro, te desagrada todo lo que en el común de
la gente agrada, aún teniendo edades parecidas y todas las posibilidades de
seguir por el mismo camino. Pero el bicho raro decide mirar hacia otro lado
aunque eso signifique la soledad absoluta. ¿Qué cosa tan bella existirá que
soporta cualquier precio? ¡Inexplicable!.
Giro mi
cabeza, apunto la mirada y vuelvo a agradecerle a la naturaleza tan buenos
beneficios y remedios para el alma. Tanta sombra gracias a los árboles, tantos
aromas gracias a las flores, tantos deseos gracias a cada estrella…
Recuesto mi
cabeza sobre el césped y hago las mismas preguntas de todos los días: ¿Cómo
seguir sin errar? ¿Así debo hacer las cosas? ¿Cuántos nos beneficiamos por la decisión
que tomo? ¿Yo solo? ¿Es eso correcto? Y termino al fin levantándome sin
respuestas, con algunas dudas, hoy más cerca que ayer y más lejos que mañana… Y
mañana pasará lo mismo…
¡No! ¡Yo no
sé hablar!
El
silencio se convierte en un buen aliado cuando necesitas concentrarte en tus
cosas, como también se convierte en tu enemigo sellando tu boca y perdiendo
oportunidades para dialogar. ¡Pobre silencio! Ahora es el culpable. Todo menos
cada uno de nosotros es culpable de todo lo que nos pasa. Lo entiendo muy bien,
si aplaudimos todo lo malo que hacemos y nunca queremos corregir hasta los malos
sentimientos que tenemos, algún culpable tiene que ser excepto nosotros y hasta
el nombre “silencio” termina escrito en la lista de las cosas que nos dañan.
Existe un
culpable, existen dos culpables y también existe uno como culpable y eso es lo
que hay que saber mirar. Muy difícil que en situaciones de seres humanos exista
un único culpable, así que algo que ver con todo lo que nos pasa tenemos.
No imagino
vida más feliz que una vida de decisiones fuertes, dolorosas, importantes, que
te hagan ser distinto de ayer, que te haga ser cada vez más individual,
distinto del resto, responsable de tu propia vida y amante de esas cosas que no
poseen fecha de vencimiento.
¡Arte! ¡Necesitamos
arte! No hablo de canciones modernas de tres minutos o de pinturas que muestran
realidades individuales. Hablo del arte del buen decir, del arte de la amistad,
del arte de los sonidos, de los colores… De lo que el mundo esta necesitando
cada vez más: La belleza.
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